
Beber como cosaco, llorar como magdalena, y Calamaro. Debería estar prohibido que se acaben los días así (qué más quisiera que pasar la vida entera). Justo en el regreso, mientras sentía que me moría -y poco faltó para eso-, pensaba en cuál va a ser la última visión que tenga en la vida, lo último que quedará registrado por los ojos. Era horrible –o poco elegante- que fuera una carretera y seguro también hubiera sido poco elegante –u horrible- que me muriera cuando Donde manda marinero. Me fascina vivir así –gracias Manuel, por la frase-.
1 comentario:
Uy, Calamaro, ¡qué maravilla!
Y gracias por pasar a dejar la apertura de los signos de admiración :)
Publicar un comentario