jueves, septiembre 20, 2007

mi soledad no me asusta, es casi olímpica (El tunel)

Sé que hay problemas porque empiezo a tomarme fotos solo. Sí es peor hacerlo acompañado, y buscar una pose y ver qué tal salió o que te digan que sonrías o que sonrías para alguien más.
Esto me llega de rebote: "Mi soledad no me asusta, es casi olímpica"; me recuerda a la vez que intenté imponer un récord, sentado en un sillón y contando cuánto tiempo pasaría hasta que alguien me llevara lejos de ahí, o al menos me levantara. Nadie llegó y al final fue deprimente. Me sigo asustando. Hace falta la tranquilidad que propone Soledad: "Pedí otro café y me fui a casa. En esa soledad me sentí bien. La vida desfilaba ante mis ojos. Mi madre se había marchado con su pretendiente. Chicho Montano, aquel casi despreciado compañero de colegio, había remontado su depresión y acariciaba un futuro brillante. Federico seguía en su vorágine de amistades y proyectos. Yo tenía mucho qué hacer, pero, no sé porqué, fui a la biblioteca y busqué el libro encuadernado en piel que encerraba las obras de mi padre".

La sombra de mi mano -que sostiene al teléfono- casi me acaricia, como si fuera a darme palmaditas, como si todo fuera a estar bien. ¿Al teléfono? ¡Bruto!
Justo antes de cerrar el itunes, vía Mr. Shuffle, aparece Calamaro y canta: "voy a pasar el retiro de un tiro al culpable de mi soledad". Un tiro, o un puñal por la espalda.

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